NIDO DE POETA
I
ARBOLEDA
Ellos mustios, vigilantes,
Han visto la esencia del alma humana,
Sus tardes pueriles de inocente alegría,
Sus sombras melancólicas
Alguna vez se apoyaron
Sobre las rugosidades terrosas.
Ellos cobijan al ave cantora ignota.
¿Y qué piden, qué dicen
En lenguaje de aire,
Bajo la testamenta blanquecina de la luna
Bajo las lágrimas de la noche
Que brillan de fulgor de soledad...?
Es el gran secreto de la naturaleza.
II
Evanescente diurna, terrena pasajera, piedra
de olvido
Yace disipada ante la perenne noche
Que se derrama infinita ante mí
Y la luna extiende su piélago virgíneo sobre
mi yaciente cama
Ella la musa de las sombras
Ha descendido hasta mí desnuda
Y su infinita alborea derrama inexorable blancura.
A ti Diosa lunar
Hoy desde mi insignificante mortalidad
Me he permitido tocarte
Y toca el mortal a la eterna blanca y me
disipo
Y dejo mi biología y juntos somos perennes
A ti me entrego y mi testa hoy no es testa
Es mar eterno
Eterno como tú, deidad lunar.
III
Diurna, grisácea que escupes caras sin rostros,
Cuerpos sin almas que dibujan juntos
Una gran sombra informe
La monotonía biológica se los ha consumido
Carboncillos de alguien que alguna vez vivió
Y el no sé qué los mantiene vivos
Caminar sin caminar
Vivir sin vivir y ríen en vez de llorar
Monotonía de la vida cansina
Cuerpos eternos muertos que al cancel de una
gran puerta
Se apretujan una y mil veces más
Y mil veces llorarán.
IV
Trazos plomizos agazapan
Un rostro mortecino desdentado
¿Hay un alma allí?
Espíritu que lucha contra la materia.
El tiempo lo desdibuja y ahora
Es un muñeco con el que alguna vez
Un niño jugó.
Espíritu materia
Hoy circunda en la nada
¿A donde me llevas, materia mía
Putrefacto cuerpo?
Yo, el antaño mozo, hoy,
En ti siento que conozco menos,
Oculto sepulturero sin sombra.
V
Bajo sus pliegues acuosos
La mar ha permitido a la solitaria,
Blanquecina
Contemplar su belleza de plata
Eterna solitaria
Es que no es consuelo contemplarte
Es que tu círculo de leche no basta para vivir
Y llora la noche su albeante soledad y el
viento
Trae su rumor de sirena y la noche
Hoy no es noche
Sino esencia de ti.
VI
El geranio tras mi ventana ha traído un aleteo
de mariposas
Y contemplar no es contemplar
Es inefable expectación
Espectador que es espectado y expectante a la
vez
De un ser que se disuelve
Pasajero exiguo ante los sentidos
Soy nada soy sentidos
Y voy andando
Caminos sensoriales
Emergen en vanos e ilusorios sueños
Ilusorios de un yo nada pasajero
Siempre nada
Siempre sensorial.
VII
Lima descansa en tus ojos
Ojos de marchita flor.
La noche hoy no es noche
Es tu cabello
Y tu forma, tu forma de barrio
De mujer primera
Es una constitución epidérmica.
Ébano mío
Tus manos son hojas al viento
Tu lengua, el río indómito de mis venas
Yo, la sombra que algún fantasma olvidó.
VIII
¡BABILONIA!
Ah las putas que pierden una vida bajo el vaho
Repugnante de senilidad desdichada,
Ah los alcohólicos de los bares limeños
Que son dibujos chinos loando noches infinitas
Al dios Baco que les zapatea la sien,
Ah los pirañas que viven en el sueño eterno
Del artificio.
Ah los moribundos rastas
Que al no woman
no cry
Excrecencian sobre el sistema
Y atrapan un pedazo de sol bajo sus dedos.
Ah todas esas criaturas
Asfixiadas en la nebulosa de la multitud
Hoy
Les rindo tributo.
IX
Callejón cenizo
Oblicua tierra inquilina,
Gatos nocturnos,
Consuelo de viejos desdichados
De amores inconclusos.
Estos señorones de bombachas floreadas
Ojos de muñeca
Manos de gitana lavan
Al son de los boleros de antaño
Mientras cuelgan las sábanas blancas
Que al soplo del viento so buques fantasmas
Conejos gigantes.
X
Nostálgica brevedad luminosa
Llora fuego a fogón de emolientero
En una noche fría y soñolienta
El dueño de esa luz derrama
Sobre un saco carbónico
Las botellas que antes fueron de la abuela.
Y conservan imperial rectitud.
Las manos del joven lagrimean
Ichus de un Ayacucho hoy recuerdo
Los sueños ya no existen
Los juguetes ya se fueron
Hoy la estúpida ignorancia
Escupe orines en el pavimento.
XI
El cielo de Lima es un espejo roto
Sin edificios el cenicero de bohemia.
Por estas calles camina un imaginario perro
plomizo
Que me lleva a ella.
Y cabalgo sobre sus heridas.
Me desplazo entre mendigos
Que me extienden una vida
Entre ángeles disecados
Niñas de difícil inocencia
Que se reflejan en el espejo
De un conductor parco.
Parcos los pasos de esta gente
Su pena muda es
El recuerdo lejano de mi infancia
He visto al Dante jugar a las cartas en estas
calles
A Kafka alegre salir de un bar
Al apagarse la última vela
De estas putas callejuelas.
XII
MARIHUANA
Pedazo de sol entre
mis dedos
De la boca emerge
un vaho cerulio y denso
Escupiendo leones
Naturaleza
evanescente.
Pétalo de mi alma
Liberada materia
Que no existe
Sino ríos, lagartos,
profanada tierra
He regresado a mi
génesis.
Arrancada pluma de
ángel
No hay lenguaje
No hay razón
Sino árboles
mustios
En cuyo ceno no
existe ave …