ODIO
Y un día molesto, una pregunta me salió a flor de labio: ¿y tú que odias?
Odio encontrarme en una combi, de cobrador, a un antiguo amigo de palomilladas y mirarnos sin saber qué decir. Odio las escuelas donde te enseñan todo y te dicen nada acerca de que si eres pobre no hay sueños, tan solo sólo doce horas de trabajo que aguantar por el resto de tu vida. Odio el barrio donde crecí , porque ahí sentí el peso de saberse el más cholo entre los cholos, en un país donde ser menos cholo que tu vecino te da derecho a masacrarlo a insultos. Odio la cara de huevonazo de Cristian Meier en una escena de amor. Odio a toda la pituquería que sale en la edición de las revista pitucas ( o sea caras), que sin ser nadie y por tener apellidos extranjeros y un chupazo de dinero y un enorme emporio de esclavos, tienen todo el derecho para que los veamos, tan lindos, tan fashion ellos, enseñando su whisky etiqueta azul, con una sonrisa de oreja a oreja que les ha costado su dinerito. En una Lima de desdentados, porque eso del dentista ..¡uff!, son cosas de pituco, así que sácame la muela nomás, mister. Odio, las preguntas que te hacen a la hora que vas a buscar chamba, que si tienes hijos y cuánto quieres que te paguemos. Odio, al presidente cuando dice que el TLC nos va ha llevar al desarrollo y me cago de la risa (por no llorar) imaginándome como si fuera verdad a la mayoría de peruanos trabajando en planilla y niños que no tengan que lavarte la luna del carro o venderse a un pedófilo. Odio, que sin plata no pueda hacer nada, porque esa libertad que a cucharones te empujan a creértela es sólo con plata. Odio a la selección de fútbol por hacernos acordar lo cagados que estamos y me odio a mí que como cojudo me como el cuento de que esta vez sí compare, de todas maneras la hacemos. Odio cuando un huevón me dice que la vida es así, que qué vas hacer, caballero nomás. Odio que a las universidades, institutos, no puedas ingresar por misio. Odio la vida cultural de mí país, que está hecha para los de siempre, para ellos nada más, porque para el misio están hechos los parques más feos de la historia de Lima, la canchita de fulbito y nada más. Y odio el racismo asolapado pero igual de rochoso de los medios de comunicación que se chantan ante el blanco como representación de lo correctamente bello. Odio al alcalde de Lima que no hace nada más que artificios monumentales, y aun asi lo quieren los limeños. Y odio mi mala suerte de haber nacido en un país, en un mundo, no apto para misios. Y odio a mi vieja que está en España y que cada momento se le da por joderme la vida y decirme que me va a llevar a vivir con ella, que los papeles ya van a salir y así, año tras año y la vieja sigue jodiendo y ya no sé que decirle a la pobre que creo que le falta un tornillo .Odio haber vivido veinte años y recien enterarme que soy un depresivo de mierda y tener que comenzar todo. Y dentro de mis odios predilectos, está, el odio a la exaltación que se le rinde en los examenes de ingreso a mi super archi enemigo, las matemáticas; odio verlas en un papel, en el semáforo, en los celulares. Matemáticamente no podria expresar ese odio irreversible hacia los números. Y mi último odio va para Alianza Lima por haber logrado ser campeón, justo cuando dejó de interesarme el fútbol, y que el chiquillo de entonces, que se trepaba a un micro en dirección al estadio y gritaba con la euforia que se tiene a los quince y se trepaba las rejas del estadio y dibujaba al comando sur en la ultima pagina de su cuaderno cuadriculado, no haya podido ver nada de eso
Odio encontrarme en una combi, de cobrador, a un antiguo amigo de palomilladas y mirarnos sin saber qué decir. Odio las escuelas donde te enseñan todo y te dicen nada acerca de que si eres pobre no hay sueños, tan solo sólo doce horas de trabajo que aguantar por el resto de tu vida. Odio el barrio donde crecí , porque ahí sentí el peso de saberse el más cholo entre los cholos, en un país donde ser menos cholo que tu vecino te da derecho a masacrarlo a insultos. Odio la cara de huevonazo de Cristian Meier en una escena de amor. Odio a toda la pituquería que sale en la edición de las revista pitucas ( o sea caras), que sin ser nadie y por tener apellidos extranjeros y un chupazo de dinero y un enorme emporio de esclavos, tienen todo el derecho para que los veamos, tan lindos, tan fashion ellos, enseñando su whisky etiqueta azul, con una sonrisa de oreja a oreja que les ha costado su dinerito. En una Lima de desdentados, porque eso del dentista ..¡uff!, son cosas de pituco, así que sácame la muela nomás, mister. Odio, las preguntas que te hacen a la hora que vas a buscar chamba, que si tienes hijos y cuánto quieres que te paguemos. Odio, al presidente cuando dice que el TLC nos va ha llevar al desarrollo y me cago de la risa (por no llorar) imaginándome como si fuera verdad a la mayoría de peruanos trabajando en planilla y niños que no tengan que lavarte la luna del carro o venderse a un pedófilo. Odio, que sin plata no pueda hacer nada, porque esa libertad que a cucharones te empujan a creértela es sólo con plata. Odio a la selección de fútbol por hacernos acordar lo cagados que estamos y me odio a mí que como cojudo me como el cuento de que esta vez sí compare, de todas maneras la hacemos. Odio cuando un huevón me dice que la vida es así, que qué vas hacer, caballero nomás. Odio que a las universidades, institutos, no puedas ingresar por misio. Odio la vida cultural de mí país, que está hecha para los de siempre, para ellos nada más, porque para el misio están hechos los parques más feos de la historia de Lima, la canchita de fulbito y nada más. Y odio el racismo asolapado pero igual de rochoso de los medios de comunicación que se chantan ante el blanco como representación de lo correctamente bello. Odio al alcalde de Lima que no hace nada más que artificios monumentales, y aun asi lo quieren los limeños. Y odio mi mala suerte de haber nacido en un país, en un mundo, no apto para misios. Y odio a mi vieja que está en España y que cada momento se le da por joderme la vida y decirme que me va a llevar a vivir con ella, que los papeles ya van a salir y así, año tras año y la vieja sigue jodiendo y ya no sé que decirle a la pobre que creo que le falta un tornillo .Odio haber vivido veinte años y recien enterarme que soy un depresivo de mierda y tener que comenzar todo. Y dentro de mis odios predilectos, está, el odio a la exaltación que se le rinde en los examenes de ingreso a mi super archi enemigo, las matemáticas; odio verlas en un papel, en el semáforo, en los celulares. Matemáticamente no podria expresar ese odio irreversible hacia los números. Y mi último odio va para Alianza Lima por haber logrado ser campeón, justo cuando dejó de interesarme el fútbol, y que el chiquillo de entonces, que se trepaba a un micro en dirección al estadio y gritaba con la euforia que se tiene a los quince y se trepaba las rejas del estadio y dibujaba al comando sur en la ultima pagina de su cuaderno cuadriculado, no haya podido ver nada de eso
2 comentarios:
oe batoloco ta xevre tu cronica del odio. ahora qiero saber como hago para escribir tmb yo ps! tmr o no se puede. como sea. alamos. claudio
Cristian, qué te puedo decir! has logrado que odie casi todo lo que odias...excelente crónica, muy buena...odiemos los comerciales de leche gloria, ripley, a los congresistas, al chofer de combi, al 'se reserva el derecho de admisión' a nicolás lucar, y mucho más...
saludos....
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